Regale un libro … y también afecto y (III)
José Fernández Pequeño
Soy pésimo regalando, pero iría en la noche antes a la librería cuyo ambiente me resultara más acogedor o menos opresivo (para el caso dominicano, digamos, Thessaurus), me iría al área de literatura y compraría el que en ese instante tenga en sus manos la muchacha que me pareciera más hermosa. No creo que haya posibilidad de fallo.
Néstor Rodríguez
Regalaría Siddhartha de Hermann Hesse, porque es un tratado contra la soberbia hecho novela.
CJ García
Si tuviera cara de ensayo, le regalaría La memoria rota de Arcadio Díaz Quiñones, para aclararle que los Reyes Magos no existieron para que nuestros artesanos pudieran repetirse hasta la náusea. Si tuviese cara de crónica, Caribeños, de Edgardo Rodríguez Juliá, para que conociera mejor el carácter disparatado de nuestras islas. Si tuviera cara de transgresor de géneros: La loca de la casa de Rosa Montero. Además, en ese libro descubrimos la peculiar obsesión de la autora por los enanos (característica sin duda compartida con los Magos en cuestión).
Marta Aponte Alsina
Regalaría tres libros útiles, que leí cuando era una niña con vocación de loba esteparia y mal de soledades: Siddhartha, de Hermann Hesse; Las elegías del Duino, y Cartas a un joven poeta, de Rilke.
Carlos Roberto Gómez
Regalaría Quemar las naves de Homero Aridjis, porque ese desconocido sería un(a) joven poeta en Puerto Rico.
Néstor Barreto
Regalaría Puerto Rico urbano. Atlas histórico de la ciudad puertorriqueña, de Aníbal Sepúlveda Rivera. Por su valor documental, por la amplitud y profundidad de su investigación sobre nuestras ciudades y pueblos, por su riqueza iconográfica, por la calidad y el cuidado de su edición, despertará el interés y la imaginación de cualquier lector, le dará una visión panorámica de nuestra cultura material y de las amenazas que se ciernen sobre el espacio vital. Tiene más de 5,000 imágenes, textos contemporáneos, está lleno de sorpresas y puntos de partida para investigaciones y el encuentro de las inminentes soluciones que el proceso de suburbanización del país reclama. Tendría que ser tremendo desconocido porque saldría en 300 pesos.
Ángel Garrido
El Quijote, no sólo porque ahorraría el tiempo de tener que explicar por qué lo regalo, sino porque siento que me lo gano de nuevo cuantas veces lo regalo. Unamuno veía en la lengua la sangre del espíritu, y nadie para hacer circular con mayor vitalidad esa sangre espiritual que el primer y más admirable novelista de ella. Si no convenzo a nadie de regalar el Día de Reyes un ejemplar, igual me queda ya el convencimiento de que no me equivoqué de libro.
Mayra Santos Febres
Al mundo entero, y si tuviera los chavos, te lo juro que éste y sólo éste sería mi libro a regalar: Invitación al polvo, de Manuel Ramos Otero. Desgarra el corazón y extiende el alma, te la hace más grande, más capaz de amar y de ver lo bello donde antes no podías. Pediría de regalo las obras completas de Li Po, el poeta chino. O mejor aún, uno que reúna las obras más importantes de la literatura china clásica. Me hace falta.
Pola Horacio
Querido Niñito Jesús: Aquí una lista de los que quiero que me regales por tu cumpleaños. La melancólica muerte de Chico Ostra de Tim Burton. Me sorprende escribiendo con oscuridad las imágenes de sus películas. Está ilustrada por el autor y es en inglés y español, un lujo para traductores. Penis Puppetry. Mil y una formas para hacer con el pene. Aquí se documenta con fotos y testimonios de supervivencia el arte de las marionetas. Resulta que los machos también lloran. Experiencias del éxtasis 1955-1963, de Waves, Grawes y Druxley. Bastante obvia la trama de estos diarios de miedo y hastío. Que esta gente también escribía y se hacían fotos unos a los otros es un pleonasmo. Y la curiosidad intelectual es un oxímoron (lo que me recuerda que también quiero un Diccionario de ideas). Todos los he visto en librerías aquí: Scriptum, Cronopios, Merino y Sánchez, por si creías que todo estaba perdido.
Amén. RD
Soy pésimo regalando, pero iría en la noche antes a la librería cuyo ambiente me resultara más acogedor o menos opresivo (para el caso dominicano, digamos, Thessaurus), me iría al área de literatura y compraría el que en ese instante tenga en sus manos la muchacha que me pareciera más hermosa. No creo que haya posibilidad de fallo.
Néstor Rodríguez
Regalaría Siddhartha de Hermann Hesse, porque es un tratado contra la soberbia hecho novela.
CJ García
Si tuviera cara de ensayo, le regalaría La memoria rota de Arcadio Díaz Quiñones, para aclararle que los Reyes Magos no existieron para que nuestros artesanos pudieran repetirse hasta la náusea. Si tuviese cara de crónica, Caribeños, de Edgardo Rodríguez Juliá, para que conociera mejor el carácter disparatado de nuestras islas. Si tuviera cara de transgresor de géneros: La loca de la casa de Rosa Montero. Además, en ese libro descubrimos la peculiar obsesión de la autora por los enanos (característica sin duda compartida con los Magos en cuestión).
Marta Aponte Alsina
Regalaría tres libros útiles, que leí cuando era una niña con vocación de loba esteparia y mal de soledades: Siddhartha, de Hermann Hesse; Las elegías del Duino, y Cartas a un joven poeta, de Rilke.
Carlos Roberto Gómez
Regalaría Quemar las naves de Homero Aridjis, porque ese desconocido sería un(a) joven poeta en Puerto Rico.
Néstor Barreto
Regalaría Puerto Rico urbano. Atlas histórico de la ciudad puertorriqueña, de Aníbal Sepúlveda Rivera. Por su valor documental, por la amplitud y profundidad de su investigación sobre nuestras ciudades y pueblos, por su riqueza iconográfica, por la calidad y el cuidado de su edición, despertará el interés y la imaginación de cualquier lector, le dará una visión panorámica de nuestra cultura material y de las amenazas que se ciernen sobre el espacio vital. Tiene más de 5,000 imágenes, textos contemporáneos, está lleno de sorpresas y puntos de partida para investigaciones y el encuentro de las inminentes soluciones que el proceso de suburbanización del país reclama. Tendría que ser tremendo desconocido porque saldría en 300 pesos.
Ángel Garrido
El Quijote, no sólo porque ahorraría el tiempo de tener que explicar por qué lo regalo, sino porque siento que me lo gano de nuevo cuantas veces lo regalo. Unamuno veía en la lengua la sangre del espíritu, y nadie para hacer circular con mayor vitalidad esa sangre espiritual que el primer y más admirable novelista de ella. Si no convenzo a nadie de regalar el Día de Reyes un ejemplar, igual me queda ya el convencimiento de que no me equivoqué de libro.
Mayra Santos Febres
Al mundo entero, y si tuviera los chavos, te lo juro que éste y sólo éste sería mi libro a regalar: Invitación al polvo, de Manuel Ramos Otero. Desgarra el corazón y extiende el alma, te la hace más grande, más capaz de amar y de ver lo bello donde antes no podías. Pediría de regalo las obras completas de Li Po, el poeta chino. O mejor aún, uno que reúna las obras más importantes de la literatura china clásica. Me hace falta.
Pola Horacio
Querido Niñito Jesús: Aquí una lista de los que quiero que me regales por tu cumpleaños. La melancólica muerte de Chico Ostra de Tim Burton. Me sorprende escribiendo con oscuridad las imágenes de sus películas. Está ilustrada por el autor y es en inglés y español, un lujo para traductores. Penis Puppetry. Mil y una formas para hacer con el pene. Aquí se documenta con fotos y testimonios de supervivencia el arte de las marionetas. Resulta que los machos también lloran. Experiencias del éxtasis 1955-1963, de Waves, Grawes y Druxley. Bastante obvia la trama de estos diarios de miedo y hastío. Que esta gente también escribía y se hacían fotos unos a los otros es un pleonasmo. Y la curiosidad intelectual es un oxímoron (lo que me recuerda que también quiero un Diccionario de ideas). Todos los he visto en librerías aquí: Scriptum, Cronopios, Merino y Sánchez, por si creías que todo estaba perdido.
Amén. RD
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