jueves, mayo 19, 2005

Los bibliotecarios… ¿leen? (I)

“El maestro enseña la lectura desde su clase desde el punto de vista curricular, pero desde el punto de vista extracurricular, el bibliotecario tiene que motivar la lectura”
Dominica: juegos para leer o la lectura como juego
Por María Antonia Borroto

Dominica Legañoa Ferrá, con cerca de treinta años de experiencia como bibliotecaria, sorprende por su dinamismo y alegría. Recuerdo que fue escuchada en vilo por los participantes en un evento organizado por la Biblioteca Provincial, pues sus palabras tenían tal fuerza y sabiduría que no escucharla hubiese sido casi un pecado.

Ese día sentí que una entrevista con ella, amén de entretenida, debía ser muy útil. Un tiempo después, el sello Bachiller y Morales, reconocimiento de la Asociación Cubana de Bibliotecarios, me dio la excusa necesaria, máxime al saber que es la primera representante del sistema de bibliotecas escolares de Camagüey que recibe la importante distinción.

A grandes rasgos, puedo decirles que si bien llegó a la Bibliotecología "como llega mucha gente a cualquier trabajo, por hacer algo", rápidamente se enamoró de la profesión recomendada por una amiga de su mamá. Ya era bachiller, sin embargo, una prohibición paterna le impidió estudiar Bioquímica Farmacéutica en La Habana, carrera en la que hoy es imposible concebirla. Su primer centro de trabajo, como auxiliar de biblioteca, fue el Centro de Documentación Pedagógica Provincial, "en esos momentos, año 72, con gran cantidad de recursos para el aprendizaje. Recuerdo que me pusieron a hacer un inventario de la colección, con alrededor de treinta mil ejemplares. Fue un trabajo arduo gracias al que pude ser una referencista muy sagaz: sabía buscar lo que la gente necesitaba porque conocía toda la información. Al concluir el técnico medio fui profesora de todos los cursos subsiguientes, y después, en el 76, comencé a estudiar la Licenciatura en Español y Literatura en el Pedagógico, carrera que nunca ejercí, pero que me ha servido de mucho." Entonces pasó a ser especialista del sistema de información educacional y ya después, metodóloga provincial. Desde hace seis años trabaja en el Instituto Superior Pedagógico, como metodóloga de información, y es además profesora adjunta de la Universidad de Camagüey.

¿Qué características debe tener un bibliotecario?

En primer lugar, ética; una ética que le permita brindar un servicio personalizado y guardar, si el caso lo merece, la debida discreción. La ética también tiene que ver con el uso del presupuesto destinado a la adquisición de libros, pues tiene que disponer de éste en interés de los usuarios potenciales de la institución.
El trabajador de la información tiene que ser una persona instruida que logre empatía con los usuarios, con muy buen carácter y hasta con sentido del humor. Un factor primordial es la entrevista con el usuario, pues debe saber qué preguntarle, única forma de complacerlo. Debe estar orientado hacia el usuario y ser de pensamiento muy rápido. Hay un acróstico al respecto hecho con las letras de la palabra profesional: profundo, rápido, orientado hacia el usuario, flexible, ético, sencillo, instruido, organizado, novedoso, actualizado y líder. Importante esto último, el liderazgo. Situándonos ya en el sector educacional, debe promocionar lo nuevo que llega. Debe ser admirado por los demás, para así ganarse su confianza y que acudan a él en busca de información. La falta de información crea incertidumbre; pero el exceso, la saturación, también crea incertidumbre. Debe, por tanto, ser capaz de buscar en cada caso lo pertinente y lo relevante. En resumen, una persona capacitada, instruida y con buenas relaciones humanas.

¿Hasta qué punto los bibliotecarios actuales son así?

Si bien tenemos un ideal, debemos contar con la persona que quiere ser bibliotecario a priori, y después, sobre la marcha, ir modelando todas estas cosas. Desgraciadamente no todos los bibliotecarios leen. Muchas revistas dicen que la primera prueba que debe hacérsele a una persona que quiera ser bibliotecario es para comprobar si es un buen lector, y después, sólo después, medirle la parte técnica. Un buen lector llega donde él quiera llegar, sabe todo cuanto quiera saber y se agencia toda la información que necesita.
El maestro enseña la lectura desde su clase desde el punto de vista curricular, pero desde el punto de vista extracurricular, el bibliotecario tiene que motivar la lectura. El bichito de la lectura debe ponerlo el bibliotecario, y no todas las personas están preparadas para hacerlo. El bibliotecario debe crear acciones para acercarse al estudiante. Debe trabajar muy cerca del maestro y saber qué debe leer un alumno de secundaria, qué uno de primaria, lo que, por demás, solo podrá saber si es un buen lector. Ese es el problema de la enseñanza: hay maestros que no motivan la lectura porque no se salen de su clase y desconocen cuántas obras literarias guardan relación con las temáticas tratadas en el aula.

Una de las cosas que yo he hecho es un programa de animación de la lectura. Trato de vincular las obras del Programa Editorial Libertad, obras de referencia que no son concebidas para ser leídas totalmente, a una actividad novedosa. Nadie se va a leer un diccionario, pero sí puede ser que un diccionario traiga en un anexo las voces latinas que uno utiliza normalmente, voces que no se dan en ningún plan de estudios. Funciona como un juego, pues lo lúdico es muy importante. Y quien dice las voces latinas, dice otros muchos aspectos que pueden ser tratados en juegos muy divertidos e instructivos.
Creo que el bibliotecario escolar no tiene el mismo reconocimiento que los restantes, y que incluso está en un escaño inferior al maestro.
Es así, es un mal general, y no solo del sistema de información escolar. Recientemente yo estuve en el Segundo Congreso de la Asociación Cubana de Bibliotecarios, en la Biblioteca Nacional, y el lema fue precisamente "Reconocimiento versus conocimiento". O sea, que nacionalmente, y pienso que en otros países también, al bibliotecario no se le reconoce todo lo que realmente merece. Tiene que ver con factores subjetivos, pero tiene que ver también con políticas de información y con políticas institucionales. Cuando realmente haya una política que sitúe a la información en el nivel de prioridad que merece, aumentarán las exigencias a los bibliotecarios y estos, o mueren como lo hicieron los dinosaurios, o se preparan para asumir el liderazgo que merecen, ser instruidos y cultos. Alguna gente se acomoda porque cree que no la tienen en cuenta. Hay bibliotecarios que son líderes en las escuelas, pues hay que contar con ellos para todo; pero hay otros que no, que se acomodan. Pero, te repito, hay que darle más valor a la información para que todo se encadene y el bibliotecario se sienta más reconocido y más responsable.

jueves, mayo 12, 2005

Los textos y los días

“Al leer sudamos, nos excitamos, percibimos sabores, texturas, reaccionamos físicamente a través de esquemas simbólicos”
Daniel Goldin
[1]
Me parece que he encontrado un artículo digno de ser disfrutado. Los textos y los dias de Daniel Goldin, aparecido en la revista Fractal, n°11, de octubre-diciembre de 1998, p. 155-163. Se los recomiendo, y para leerlo visiten la liga que sigue a continuación:

http://www.fractal.com.mx/F11goldi.html

[1] Editor del Fondo de Cultura Económica (México)

lunes, mayo 09, 2005

La fotocopia en la Biblioteca



Según en palabras de Armando Gutiérrez M., en su artículo titulado: La Fotocopia en la Biblioteca[*], menciona que muchos de nuestros colegas que desempeñan funciones en unidades de información, sean estas del sector público o privado, corren grave riesgo de constituirse en "cómplices pasivos" de un delito sancionado por el código penal como "Delitos contra el Derecho de Autor" (Art. 362) con penas de 3 meses a 2 años de prisión, por permitir que en su Centro de Información se fotocopie en forma indiscriminada obras protegidas por Ley.

Así como en otros países del mundo existen leyes que protegen el Derecho de Autor, tal es el caso de México con La Ley Federal de Derecho de Autor de 1996, en su última reforma aplicada el 23 de julio del 2003 y según el Artículo 231 la pena por infringirla es económica y va, aproximadamente, desde $24,500 hasta $490,000 pesos mexicanos que en dólares corresponde de $2,000 hasta $45,000 dólares, y no menciona la pena de privar de la libertad.

Vaya panorama que nos queda a las bibliotecas del tercer mundo en donde desafortunadamente los libros son muy costosos y que para un salario mínimo vigente en México, que corresponde a la cantidad de 48.80 pesos mexicanos (4.40 dólares) diarios que recibimos los trabajadores de este país, tenemos que decidir a través de un silogismo de risa: o leo, o, mi familia come. Caray! Que situación tan desalentadora.


Es por esto que no estoy de acuerdo con Armando Gutiérrez al decir que corremos el riesgo de convertirnos en delincuentes pasivos, esa expresión me sonó como un discurso politiquero. La biblioteca debe acercar la lectura al pueblo, al estudiante, al ama de casa, al trabajador, al campesino, etc.

Y si esta se tiene que hacer a través de las copias, “pues ni modo, lo siento”. Un tal “Gabo” se aventó la puntada de permitir que su último libro (que ni siquiera quiero escribir su título) pueda ser objeto de préstamo a domicilio.

En una biblioteca se fotocopia un libro ¿Por qué?

Porque:



  • Existe un solo ejemplar para un grupo de estudiantes muy amplio
  • El material no puede salir de la biblioteca
  • Es un libro muy costoso
  • El usuario no tiene tiempo de quedarse en la biblioteca ya que tiene otras actividades que realizar y le urgen las copias de ese material
  • El material se extravió y el usuario no tiene dinero para adquirir el libro
  • Para un ejemplar que algún usuario mutiló al arrancarle algunas hojas y para reponer ese daño, se solicita el material a otra biblioteca para fotocopialo
  • Es un libro agotado en librerías
  • Simplemente el material desapareció de la biblioteca

…… y así podría citar muchas causas…. y tú ¿qué opinas?


[*] GUTIERREZ M., Armando. “La fotocopia en la biblioteca”. – En: Revista de bibliotecología y ciencias de la información. – Vol. 2, no. 2 (dic. 1997) – Consultado en: http://bvumsa.umsanet.edu.bo/revistas/bibliotecologia/numero2/

martes, mayo 03, 2005

El fin de Internet



Internet llegó a su fin, si no lo crees has click aqui

domingo, mayo 01, 2005

Curiosidades en la vida diaria de una Biblioteca:

Articulos extraños encontrados en una biblioteca.

Al paso de los años, los que trabajamos en atención a usuarios encontramos todo tipo de articulos dejados por los usarios, Estos varian de lo común a lo totalmente extraño, otras cosas encontradas no son puestas ahi por accidente, verán a lo que me refiero:

  • Agendas
  • Hojas de papel
  • Tareas
  • Papel de baño (limpios, afortunadamente)
  • Kleenex (limpios y usados)
  • Tarjetas del catalogo (se supone deberían estar en el catalogo)
  • Revistas
  • Un bisturí
  • Cabello
  • Alfileres
  • Una notificación de alguien que ha recibido un aumento salarial
  • Billeteras
  • Cartas
  • Boletos para un parque de diversiones
  • Material de curación
  • Hojas
  • Fotografias de una boda
  • La factura de una consulta psiquiatrica
  • Tarjetas de felicitación
  • Licencias de manejo
  • Un paquete de chicles con sabor a frutas
  • Una vibora de hule de 15 centimetros
  • Nidos de ave
  • Lombrices
  • Una flor sintética

Tomado de:

http://www.librarybooks4u.com/index.html