domingo, diciembre 10, 2006

El libro más importante necesita descansar



Era la medianoche en la calle Drury 91, hora en que los juguetes, muebles y libros pueden hablar sin que los oiga la gente.

-¡Que día mas ocupado he tenido!, dijo el recetario de cocina, sacudiéndose la harina de sus páginas. Me he pasado el día entero ayudando a cocinar. Esto pasa cuando se es tan importante como yo.


- ¿Tú, importante?, dijo el enorme Atlas forrado en cuero. Yo he trabajado todo el día, pues la familia se va de viaje pronto y me necesitan para encontrar las rutas que seguirán. Esto es más importante que cocinar.

-Perdonen la interrupción, dijo el libro de poemas haciendo gala de su cubierta dorada. -Ciertamente tendrán que admitir que entretener a la familia es una tarea de suma importancia y todos me quieren porque lo hago muy bien.

-Bueno, a mi también me quieren; insistió el periódico en su frágil voz. Yo los mantengo al día en las noticias. Me leen a diario. No hay duda de que debo ser el más importante.

-Ummmmm!, interrumpió el libro de cuentos para niños barajando sus páginas llenas de alegres colores. Esta familia aprendió a apreciarlos a todos ustedes por mí. Me querían muchísimo cuando apenas empezaban a leer. Nada es más importante que esto.

-Por favor, ¡guarden silencio que necesito descansar!
-¿Y quién eres tú para dar ordenes?, preguntó el Atlas.

-No te has dado cuenta de lo viejo y roto que estás, dijo el libro de poemas.

-No te ves importante, dijo el periódico. ¿Quién eres?

- Se podría decir que yo soy todo lo que son ustedes, respondió el viejo libro moviendo lentamente sus desgastadas páginas.


-¡Caramba!, exclamó el libro de recetas. Veo palabras de toda clase sobre cosas de comer.
-Y allí están las palabras que tengo en mis bellos versos, dijo el libro de poemas.

-Tienes palabras antiguas y palabras de actualidad, dijo el periódico.

-¡Esto es sorprendente!

-Y tienes todas las palabras corrientes que yo amo, añadió, añadió el libro de cuentos para niños.
-Y hay mapas en la cubierta de atrás, dijo el Atlas. Tú no eres igual a nosotros y sin embargo, tienes todas nuestras palabras en tu interior. ¿Cómo es esto posible?

-Di simplemente quién eres, exigió el libro de poemas.

El libro viejo se cerró lentamente y mostró a los demás su cubierta. Por un instante se quedaron perplejos ante su título.

Luego, cerraron sus cubiertas y se acomodaron de nuevo en el librero, y, aunque era la media noche, hora en que los juguetes muebles y libros pueden hablar, todos permanecieron callados. Sabían que el libro más viejo e importante del librero -el diccionario- necesitaba descansar.