jueves, febrero 03, 2005

Un buen lector puede leer más de mil 500 libros en su vida



En su más reciente libro, Leer es un camino, digamos que es una secuela de su libro ¿Qué leen los que no leen? El escritor Juan Domingo Argüelles, Premio de Ensayo Ramón López Velarde, nos narra los retos y pormenores de la lectura.

Argüelles aborda lo que sería el perfil de un lector ideal, como Alfonso Reyes, quien podía leer al menos un libro por semana.

Juan Domingo ata cabos respecto de la capacidad como lector que tuviera don Alfonso. Por medio de las referencias que han quedado de sus virtudes lectoras, se puede inferir la cantidad de textos que acometió este maratonista lector de “ligas mayores”.

Cuenta Argüelles que la intención de Leer es un camino (Paidós 2005), “es mostrar la evidente incongruencia del discurso dominante sobre la lectura; un discurso mediante el cual se propone y aun se prescribe el ejercicio continuo de un placer (leer), para, al final, someterlo invariablemente al apremio de la malhumorada obligación que se angustia más por la cantidad de lo leído (por la cultura acumulativa e informativa más que selectiva y formativa) y por el llamado índice lector, que por contagiar el verdadero gusto de leer”.

Este texto que ahora aparece es la segunda parte del libro ¿Qué leen los que no leen? “Y se complementará —anuncia Juan Domingo— con un tercer volumen que se llame Historias de lectores, que va de alguna forma a contrastar y a confrontar mis reflexiones con los conceptos de lectores plenamente probados, autores que no están iniciándose, sino que son gente que lee”.

Cuando uno califica a un gran lector “estamos hablando de calidad y cantidad. Alguien así no puede leer más allá de un libro por semana”.

Argüelles llega a la conclusión de que Alfonso Reyes “en sus años de vida propiamente de lector, es decir, pensamos en 60-63, porque obviamente si comienza a leer a los ocho o nueve años, se hace propiamente lector profesional posteriormente”. “No podemos sumarle a ese niño un libro por semana ni tampoco al último tramo de su edad cuando ya estaba más cansado”.

Habría que hacer una multiplicación sencilla para saber cuántos libros habrá leído: “Apenas rebasan los tres mil ejemplares. Suponiendo que Reyes fue un lector que no leyó un libro forzosamente cada semana y que algunos los releyó. Hagámosle alguna resta comprensiva de ese ejercicio y veremos que él fue gran lector de mil 500 libros.
Yo pienso que por ahí va la cifra”.

Pero luego aclara que “no todos los lectores son Alfonso Reyes. Este leyó mil 500 libros y en esta cifra obviamente hay un canon de libros fundamentales. Quiero decir con ello que él leyó lo muy esencial y no perdió su tiempo en otras cosas”.

En el caso de los lectores “comunes”, pues igual “podrían leer 300 ó 400 libros. Un lector que a lo largo de su vida ha leído esta cantidad, y que tales textos le hayan sido fundamentales para su experiencia, le hayan dado riqueza a su vida, es un lector que le dio cierto placer a su existencia mediante la lectura”.

Sin embargo, no podemos nosotros creer que la vida sólo será lectura; es decir, está compuesta de lectura y de otros placeres, de otros gustos y otros intereses.