lunes, noviembre 29, 2004

Ninguna memoria es eterna

"Muchos piensan que la computadora matará a la imprenta. Yo creo que hay algo en la tangibilidad del papel que nos hace sentir más cómodos"

Quiero compartir con ustedes este artículo escrito por Katie Hafner y publicado en el The New York Times el 24 de noviembre. Trata sobre el eterno dilema: la utilidad del papel y los soportes digitales.


En Estados Unidos hay 115 millones de computadoras rebosantes de tesoros privados: fotos, música de todo género, trabajos escolares, la gran novela norteamericana y, por supuesto, montañas de mensajes. Sin embargo, nadie ha encontrado el modo de preservar este material electrónico por diez años, y mucho menos para siempre. Este problema, como el de la basura postal, parece simple, pero confunde aun a los expertos. "Costará mucho trabajo conservar un archivo digital, digamos, por un siglo.


En cambio, sacar una foto con el método tradicional y guardarla en una caja no cuesta nada", señala Peter Hite, presidente de Media Management Services, una consultora de Houston. La mitad de las fotos ya se sacan con cámaras digitales y, en su mayoría, nunca salen del discorígido de una PC. La Biblioteca del Congreso lleva ya varios años creando comisiones y emitiendo informes sobre el estado de preparación del país para encararlo. Su director de servicios informáticos, Jim Gallagher, dice que afrontan "un diluvio de información digital".

Prevén que tarde o temprano (más bien lo segundo) las máquinas y los formatos de software actuales serán obsoletos, por lo que han emprendido un largo proyecto multimillonario con miras a uniformar las normas de preservación y posibilitar la lectura del material en el futuro, sea cual fuere el hardware o software utilizados.

"Es un problema mundial que nos afecta a todos, desde los gobiernos y corporaciones más poderosos hasta los individuos", afirma Ken Thibodeau, director del programa de archivos electrónicos de la Administración Nacional de Archivos y Registros. Entretanto, los dueños de PC bregan en sus casas. Los cajones de sus escritorios y los armarios del cuarto de trabajo están llenos de computadoras obsoletas y pilas de discos Zip, de disquetes de 3,5 pulgadas y hasta de los blandos, de los años 80.

Los expertos recomiendan copiar en CD y otros formatos el material registrado en vinilo, película fotográfica o papel, pero los mecanismos de copia de seguridad también pueden desintegrarse. El cassette, los CD y los discos rígidos distan de ser robustos. La expectativa de vida de datos grabados en un CD con programador PROM podría ser de apenas 5 años si el CD quedara expuesto a un alto grado de humedad o a temperaturas extremas. Un CD rayado puede quedar inservible.

Un texto manuscrito es legible aunque la tinta esté descolorida. Un archivo digital se vuelve indescifrable no bien se corrompe o empieza a deteriorarse. "La rapidez con que acumulamos información digital y pasamos a nuevas plataformas excede nuestra capacidad de manejo", observa el doctor Jeffrey Rutenbeck, director del Programa de Estudios Mediáticos en la Universidad de Denver.

Los archiveros y bibliotecarios profesionales poseen los recursos necesarios para copiar materiales en otros formatos y la experienciarequerida para recuperar aquellos atrapados en computadoras obsoletas.Los usuarios rara vez están tan bien equipados. Esto los obliga a idear sus propios dispositivos de emergencia, en su mayoría inadecuados, de difícil manejo y decididamente burdos.

Philip Cohen vive en San Francisco; dirige las comunicaciones de una fundación sin fines de lucro y repara computadoras. En la jerga de los archiveros, es un "emigrante". Desde la escuela primaria hizo sus deberes en computadora; desde el colegio universitario utilizó casi exclusivamente el correo electrónico. Hoy tiene en su casa tres PC repletas de fotos, canciones, videoclips y correspondencia. Ha transferido constantemente archivos importantes a nuevas PC y formatos de memoria. "Sólo traslado el material que tiene valor afectivo", dice. No obstante, ha notado señales de deterioro en algunos CD, en especial los regrabables. "Ya son ilegibles", se lamenta.

Desde luego, la migración da resultado siempre y cuando se encuentren los datos. Dada la capacidad creciente de los discos rígidos, hasta eso puede ser un problema. "Hay quienes dicen que la información digital no desaparecerá por destrucción, sino por pérdida -explica Rutenbeck-. Encontramos el álbum fotográfico de aquel viaje de 1984 a Hawai, pero ¿qué pasaría si guardáramos todas esas fotos en un subdirectorio de nuestra computadora?" Para algunos usuarios las viejas PC son como esas cajas que metemos debajo de la cama. Esta solución, que los expertos llaman "método de museo", implica tener la casa llena de equipos inútiles. Simon Yates, analista de Forrester Research, guarda su vieja PC en el armario.

Contiene toda su vida, desde el día de su boda, en 1997, hasta aquel en que compró su nueva PC, en 2002. Si quisiera recuperar algo de ella tendría que reconfigurar su sistema de oficina sólo para introducir las instrucciones. Según Peter Schwartz, presidente de la Global Business Network, compañía especializada en planificación que ha colaborado con la Biblioteca del Congreso, de aquí a una o dos décadas el "método de museo" podría ser la solución más factible.

"Mientras mantengamos nuestros archivos de datos relativamente legibles, podremos ir a algún local donde tengan todos los modelos de PC viejos. Sería una especie de casa de antigüedades. Estos anticuarios llegarán a constituir una verdadera industria", vaticina. Hasta que eso sea comercialmente viable habrá que imprimir los archivos.

Melanie Ho, estudiante de posgrado en la Universidad de California (Los Angeles), usa computadora desde la primaria. Crea sus propios sitios en Internet y pasa gran parte del día navegando. Sin embargo, imprime los documentos importantes y guarda copias de seguridad en la casa de sus padres, a 160 kilómetros de la suya. "Muchos piensan que la computadora matará a la imprenta. Yo creo que hay algo en la tangibilidad del papel que nos hace sentir más cómodos", opina. Quienes proponen el uso del papel son particularmente vehementes cuando hablan de las fotos. Bien guardadas, las fotos convencionales en colores, impresas a partir de negativos, pueden durar hasta 75 años sin empalidecer. Los papeles fotográficos más recientes pueden durar hasta 200 años. No sabemos cuánto durarán las digitales archivadas en un disco rígido.

Es probable que los formatos actuales se vuelvan obsoletos y el software futuro no reconozca ciertos aspectos de ellos. "Quizá sea todavía una foto, pero con algunas alteraciones, por ejemplo en los colores", previene Thibodeau. Los expertos de los Archivos Nacionales también procuran uniformar sus archivos digitales para no tener que depender de hardware o software específicos.

Thibodeau cita como ejemplo de uniformidad el formato de Internet. A menudo, no importa qué navegador se usa. Su uso se ha popularizado, en especial para archivar fotos. Shutterfly.com y Ofoto.com tienen centenares de millones en sus computadoras. Shutterfly hace una copia de seguridad de cada foto que recibe y la guarda en un lugar de California "lejos de la falla geológica", explica su ejecutivo máximo, David Bagshaw. ¿Qué pasaría si una ciberempresa dejara de operar? "Sean cuales fueren las circunstancias, nosotros siempre pondremos las imágenes a disposición de sus dueños", responde. La movilidad constante puede ser otro problema.

El doctor Stephen Quinn, profesor de periodismo en la Universidad Estatal Ball, en Muncie (Indiana), viaja mucho por razones de trabajo. Prefiere guardar la menor cantidad posible de papeles; rara vez saca copias impresas. En el cajón inferior de su escritorio, dentro de una caja, tiene una colección de disquetes que se remonta a comienzos de los 80, cuando empezó a usar una computadora Amstrad. Ahí están sus poemas ("inéditos e impublicables"), sus diarios y otros escritos suyos.

Querría reunir algún día ese material y legarlo a sus hijos, pero le es imposible leer los archivos que grabó en los discos de la Amstrad. Ha buscado en vano una PC de esa marca. "Tengo un cajón lleno de discos y ningún aparato de lectura."

Esto está en vías de convertirse en un problema básico de la "vida digital". Sea cual fuere la solución aplicada, será temporaria. "Siempre iremos a la zaga", admite Rutenbeck. Ha empezado a podar su pasado digital, a descartar viejos discos rígidos y Zip. "Me hace sentir realmente bien -asegura-. Tampoco guardé en una caja todo cuanto hice en primer grado."