EL NUEVO ARTE DE HACER LIBROS
Ulises Carrión
(publicado en "Second Thoughts", Void Distributors, Amsterdam, 1980)
¿QUÉ ES UN LIBRO?
Un libro es una secuencia de espacios. Cada uno de estos espacios es percibido en un momento diferente un libro es también una secuencia de momentos. Un libro no es una caja de palabras, ni una bolsa de palabras, ni un portador de palabras.
Un escritor, contrariamente a la opinión popular, no escribe libros. Un escritor escribe textos. El hecho de que un texto esté contenido en un libro, procede sólo de las dimensiones de este texto; o, en el caso de una serie de textos cortos (poemas, por ejemplo), de su cantidad.
Un texto literario (prosa) contenido en un libro ignora el echo de que el libro es una secuencia autónoma espacio-tiempo. Una serie de más o menos textos cortos (poemas de diversos autores) distribuidos en un libro, siguiendo cualquier orden particular revela la naturaleza secuencial del libro. Lo revela, es posible que lo use, pero no lo incorpora o asimila.
El lenguaje escrito es una secuencia de signos que se expanden en el espacio; la lectura de los cuales sucede en el tiempo. Un libro es una secuencia de espacio-tiempo. Los libros existen originalmente como continente de textos literarios. Pero los libros, vistos como realidades autónomas, pueden contener cualquier lenguaje (escrito), no solo lenguaje literario, sino cualquier otro sistema de signos.
Entre los lenguajes, el lenguaje literario “(prosa y poesía)” no es el más adecuado a la naturaleza de los libros.
Un libro puede ser el continente accidental de un texto, la estructura del cual es irrelevante para el libro: estos son los libros de las librerías y bibliotecas. Un libro también puede existir como una forma autónoma y autosuficiente, incluyendo también un texto que enfatice esta forma, un texto que es una parte orgánica de esta forma: aquí empieza el nuevo arte de hacer libros.
En el viejo arte el escritor se autoconsidera como un ser no responsable hacia el libro real. Él escribe el texto. El resto es realizado por los servidores, por los artesanos, por los trabajadores, por los otros. En el nuevo arte escribir un texto es solo el primer eslabón de una cadena que va desde el escritor al lector. En el nuevo arte el escritor asume la responsabilidad del proceso completo.
En el viejo arte el escritor escribe textos. En el nuevo arte el escritor hace libros.
Hacer un libro es actualizar su propio ideal secuencia espacio-tiempo por medio de la creación de una secuencia paralela de signos, ya sean verbales o de los otros.
PROSA Y POESIA
En un libro viejo todas las páginas son lo mismo. Cuando escribe un texto, el escritor sigue sólo las leyes secuenciales del lenguaje, estas no son las leyes secuenciales de los libros. Las palabras podrían ser diferentes en cada página; pero cada página es, como tal, idéntica a la precedente y a la siguiente. En el nuevo arte cada página es diferente; cada página es un elemento individualizado de una estructura (el libro) en la que tiene una particular función a realizar.
En el lenguaje hablado y escrito los pronombres sustituyen a los nombres, para evitar molestias, superfluas repeticiones. En el libro, compuesto de diversos elementos, por signos, igual que el lenguaje, ¿Qué es lo que juega el papel de los pronombres, para evitar molestias, superfluas repeticiones? Este es un problema para el nuevo arte; el viejo siquiera sospechaba de su existencia.
Un libro de 500 páginas, o de 100 páginas, o incluso uno de 25, donde todas las páginas son similares, es un libro aburrido considerado como tal libro, no importa lo emocionante que pueda ser el contenido de las palabras del texto impreso en las páginas.
Una novela de un escritor de genio o de un autor de tercera clase, es un libro en el que no pasa nada.
Aun hay, y siempre habrá, gente a la cual le gusta leer novelas. También habrá gente a la que le gusta jugar al ajedrez, chafardear, bailar el mambo, o comer fresas con nata.
Comparados con las novelas, donde no pasa nada, en los libros de poesía sucede alguna cosa alguna vez, aunque muy poco.
Una novela aunque no tenga letras mayúsculas, o con diferentes tipos de letras, o con fórmulas químicas entremezcladas aquí y allá, etc., es aun una novela, es decir, un libro aburrido pretendiendo no serlo.
Un libro de poemas contiene tantas palabras, o más, que una novela, pero emplea fundamentalmente el espacio real, físico, donde estas palabras aparecen, de una forma más intencional, más evidente, más profunda. Esto es porque para transcribir el lenguaje poético encima del papel es necesario traducir tipográficamente las convenciones propias del lenguaje poético.
La transcripción de la prosa necesita algunas cosas: puntuación, mayúsculas, diversos márgenes, etc. Todas estas convenciones son descubrimientos originales y extremadamente bonitos, pero ya no nos damos cuenta de ellos porque los utilizamos diariamente.
La transcripción de la poesía, un lenguaje más elaborado, emplea menos signos comunes. La simple necesidad de crear los signos adaptándolos a la transcripción del lenguaje poético, reclama nuestra atención para este hecho: escribir un poema en un papel una acción diferente a escribir este mismo poema en nuestra mente.
Los poemas son canciones, los poetas repiten. Pero ellos no firman. Ellos escriben. La poesía es para ser recita en voz alta. Ellos lo publican. El echo es que la poesía, como sucede normalmente, es poesía escrita e impresa, no cantada o hablada. Y con esto, la poesía no ha perdido nada. Al contrario, la poesía ha ganado alguna cosa: una realidad espacial que faltaba en la poesía tristemente cantada y hablada.
Un libro es un volumen en el espacio. Es el verdadero sustrato de la comunicación que toma el lugar entre las palabras - aquí y allá-. La poesía concreta representa una alternativa a la poesía. Los libros, vistos como secuencias autónomas espacio-tiempo, ofrecen una alternativa a todos los géneros literarios existentes.
...
El espacio existe fuera de la subjetividad. Si dos temas comunican en el espacio, entonces el espacio es un elemento de esta comunicación. El espacio modifica esta comunicación. El espacio impone sus propias leyes en esta comunicación. Las palabras impresas están aprisionadas en el tema del libro. ¿Qué es más significativo: el libro o el texto que contiene? ¿Qué es primero: el huevo o la gallina?
El viejo arte asume que las palabras impresas están situadas en un espacio ideal. El nuevo arte sabe que los libros existen como objetos en una realidad exterior, sujeta a condiciones concretas de percepción, existencias, intercambio, consumo, uso, etc.
La manifestación objetiva del lenguaje puede ser experimentada en un momento y espacio aislado - la página; o bien, en una secuencia de espacios y momentos - el "libro".
No hay y no habrá nunca nueva literatura. Habrá, posiblemente, nuevas maneras de comunicar que incluirán el lenguaje o emplearán el lenguaje como base. Como medio de comunicación, la literatura será siempre literatura vieja.
EL LENGUAJE
El lenguaje trasmite ideas, es decir, imágenes mentales. El punto inicial de la transmisión de imágenes mentales es siempre una intención: hablamos para transmitir una imagen particular. El lenguaje cotidiano y el lenguaje del arte viejo tiene esto en común: ambos son intencionales, ambos intentan transmitir ciertas imágenes mentales.
En el arte viejo los significados de las palabras son los portadores de las intenciones del autor. Como el significado fundamental de las palabras es indefinible, la intención del autor es insondable.
Cada intención presupone, una utilidad. El lenguaje cotidiano es intencional, es decir, utilitario; su función es trasmitir ideas y sentimientos, explicar, declarar, convencer, invocar, acusar, etc. El lenguaje del viejo arte es también intencional, es decir, utilitario. Ambos lenguajes difieren tan solo uno del otro en su forma.
El lenguaje del nuevo arte es radicalmente diferente del lenguaje cotidiano. Olvida intenciones y utilidad, y retorna a él mismo, se auto-investiga, buscando formas, series de formas que hagan nacer, asocien, revelen, las secuencias espacio-tiempo.
Las palabras en un nuevo libro son las portadoras de un mensaje, ni las portavoces del alma, ni la moneda de la comunicación. Aquellas fueron ya nombradas por Hamlet, una ávido lector de libros: palabras, palabras, palabras.
Las palabras del nuevo libro están allí no para trasmitir ciertas imágenes mentales con cierta intencionalidad. Están allí para formar, junto a otros signos, una secuencia espacio-tiempo que nosotros identificamos con el nombre de "libro".
Las palabras en un nuevo libro pueden ser las propias palabras del autor o las palabras del algún otro. Un escritor del nuevo arte escribe muy poco o no escribe nada.
El libro más hermoso y el más perfecto del mundo en un libro con solo páginas en blanco, de la misma manera que el lenguaje más completo es aquel que se extiende más allá de las palabras que un hombre puede pronunciar.
Cada libro del nuevo arte busca este libro de absoluta blanqueza, de la misma manera que cada poema busca el silencio.
La intención es la madre de la retórica.
Las palabras no pueden evitar significar alguna cosa, pero ellas pueden ser desposeídas de intencionalidad.
Un lenguaje no-intencional es un lenguaje abstracto: no hace referencia a ninguna realidad concreta. Paradoja: para poder manifestarse así mismo de manera concreta, el lenguaje ha de convertirse primero en abstracto.
El lenguaje abstracto significa que las palabras no están ligadas a ninguna intención particular; que la palabra "rosa" no es la rosa que yo veo ni la rosa que un personaje más o menos ficticio pretende ver. En el lenguaje abstracto del nuevo arte la palabra "rosa" es la palabra "rosa". Significa todas las rosas y no significa ninguna de ellas.
¿Como triunfar haciendo una rosa que nos es mi rosa, ni su rosa, sino la rosa de todos, es decir, la rosa de nadie? Colocándola en una estructura secuencial (por ejemplo un libro), y así en ese momento dejará de ser una rosa y se convertirá esencialmente en un elemento de la estructura.
ESTRUCTURAS
Cada palabra existe como elemento de una estructura - una frase, una novela, un telegrama. O: cada palabra es parte de un texto.
Nadie ni nada existe aisladamente: todo es un elemento de una estructura. Cada estructura es a la vez un elemento de una otra estructura. Todo aquello que existe es una estructura.
Comprender alguna cosa, es comprender la estructura de la cual es una parte y/o los elementos que forman la estructura aquella que es alguna cosa. Un libro consiste en diversos elementos, uno de los cuales puede ser un texto. Un texto que es parte de un libro no es necesariamente la parte más esencial o importante de este libro.
Una persona puede ir a la librería para comprar diez libros rojos porque el color armoniza con los otros colores de su sala de estar, o por cualquier otra razón, revelando así el hecho refutable, de que los libros tienen un color.
En un libro del viejo arte las palabras trasmiten la intención del autor. Por este motivo él las busca acuradamente. En un libro del nuevo arte las palabras no trasmiten ninguna intención; son empleadas para formar un texto el cual es un elemento del libro, y es este libro, como totalidad, que trasmite la intención del autor.
El plagio es el punto inicial de la actividad creadora el nuevo arte.
Siempre que el nuevo arte emplea una palabra aislada, entonces es de un aislamiento absoluto; libros con una única palabra.
Los autores del viejo arte tienen el don por el lenguaje, el talento por el lenguaje, la facilidad por el lenguaje.
Para los autores del nuevo arte el lenguaje es un enigma, un problema; el libro alude a las maneras de solventarlo.
En el viejo arte escribes "Te amo", pensando que esta frase significa "Te amo". (Pero: ¿Qué significa "Te amo"?)
En el nuevo arte escribes "Te amo" teniendo la certeza de que no saben cual es el significado. Escribes esta frase como parte de un texto donde escribir "Te odio" sería la misma cosa. Lo importante es, que esta frase, "Te amo" o "Te odio", realiza una cierta función como texto dentro de la estructura del libro.
En el nuevo arte no amas a nadie. El viejo arte reclama el amor. En el arte no puedes amar a nadie. Solo en la vida real amas a alguien.
No es que al nuevo arte le falten pasiones. Toso eso es sangre fluyendo de una herida que el lenguaje ha infringido en los hombres. Y es también la alegría de poder expresar alguna cosa con cualquier cosa, con casi nada.
El viejo arte busca, entre las formas y los géneros literarios, aquello que mejor funciona para la intención del autor. El nuevo arte utiliza cualquier manifestación del lenguaje, a pesar que el autor no tiene ninguna otra intención que probar la habilidad del lenguaje para significar alguna cosa.
El texto de un libro en el nuevo arte puede ser tanto una novela como una única palabra, sonetos como chistes, cartas de amor como un comunicado meteorológico.
En el viejo arte, como la intención del autor es fundamentalmente insondable y el sentido de sus palabras indefinible, la comprensión del lector es incalculable. En el nuevo arte la lectura misma prueba que el lector la entiende.
LA LECTURA
Para leer el viejo arte, es suficiente conocer el alfabeto. Para leer el nuevo arte se ha de entender el libro como una estructura, identificando sus elementos y entendiendo su función.
Se puede leer el viejo arte creyendo que se entiende y estar equivocado. Tal error es imposible en el nuevo arte. Puedes leer solo si lo comprendes.
En el viejo arte todos los libros son leídos de la misma manera. En el nuevo arte cada libro requiere una lectura diferente.
En el viejo arte, leer la última página toma mucho tiempo, tanto como leer la primera. En el nuevo arte el ritmo de lectura cambia, se acelera, de coge.
Para comprender y apreciar un libro del viejo arte, es necesario leerlo a fondo. En el nuevo arte a menudo No necesitas leer el libro completo. La lectura puede pararse en el momento en que hayas comprendido la estructura total del libro.
El nuevo arte hace posible leer más rápidamente de lo que lo hacen los métodos de lectura rápida.
Hay métodos de lectura rápida porque los métodos de escritura son demasiado lentos.
El viejo arte no hace ningún caso de la lectura. El nuevo arte crea condiciones específicas de lectura.
El punto más lejano al cual ha llegado el viejo arte, es pedir cuentas a los lectores, lo cual es ir demasiado lejos.
El nuevo arte no hace discriminaciones entre sus lectores; no se dirige a los adictos del libro o intenta captar al publico de la T.V.
Para poder leer el nuevo arte, y comprenderlo, no necesitas pasar cinco años en una Facultad de Filología.
Para ser apreciados, los libros del nuevo arte no necesitan una complicidad sentimental y/o intelectual de los lectores en materia de amor, política, psicología, geografía, etc.
El nuevo arte apela a la habilidad que cada hombre posee par comprender y crear signos y sistemas de signos
(publicado en "Second Thoughts", Void Distributors, Amsterdam, 1980)
¿QUÉ ES UN LIBRO?
Un libro es una secuencia de espacios. Cada uno de estos espacios es percibido en un momento diferente un libro es también una secuencia de momentos. Un libro no es una caja de palabras, ni una bolsa de palabras, ni un portador de palabras.
Un escritor, contrariamente a la opinión popular, no escribe libros. Un escritor escribe textos. El hecho de que un texto esté contenido en un libro, procede sólo de las dimensiones de este texto; o, en el caso de una serie de textos cortos (poemas, por ejemplo), de su cantidad.
Un texto literario (prosa) contenido en un libro ignora el echo de que el libro es una secuencia autónoma espacio-tiempo. Una serie de más o menos textos cortos (poemas de diversos autores) distribuidos en un libro, siguiendo cualquier orden particular revela la naturaleza secuencial del libro. Lo revela, es posible que lo use, pero no lo incorpora o asimila.
El lenguaje escrito es una secuencia de signos que se expanden en el espacio; la lectura de los cuales sucede en el tiempo. Un libro es una secuencia de espacio-tiempo. Los libros existen originalmente como continente de textos literarios. Pero los libros, vistos como realidades autónomas, pueden contener cualquier lenguaje (escrito), no solo lenguaje literario, sino cualquier otro sistema de signos.
Entre los lenguajes, el lenguaje literario “(prosa y poesía)” no es el más adecuado a la naturaleza de los libros.
Un libro puede ser el continente accidental de un texto, la estructura del cual es irrelevante para el libro: estos son los libros de las librerías y bibliotecas. Un libro también puede existir como una forma autónoma y autosuficiente, incluyendo también un texto que enfatice esta forma, un texto que es una parte orgánica de esta forma: aquí empieza el nuevo arte de hacer libros.
En el viejo arte el escritor se autoconsidera como un ser no responsable hacia el libro real. Él escribe el texto. El resto es realizado por los servidores, por los artesanos, por los trabajadores, por los otros. En el nuevo arte escribir un texto es solo el primer eslabón de una cadena que va desde el escritor al lector. En el nuevo arte el escritor asume la responsabilidad del proceso completo.
En el viejo arte el escritor escribe textos. En el nuevo arte el escritor hace libros.
Hacer un libro es actualizar su propio ideal secuencia espacio-tiempo por medio de la creación de una secuencia paralela de signos, ya sean verbales o de los otros.
PROSA Y POESIA
En un libro viejo todas las páginas son lo mismo. Cuando escribe un texto, el escritor sigue sólo las leyes secuenciales del lenguaje, estas no son las leyes secuenciales de los libros. Las palabras podrían ser diferentes en cada página; pero cada página es, como tal, idéntica a la precedente y a la siguiente. En el nuevo arte cada página es diferente; cada página es un elemento individualizado de una estructura (el libro) en la que tiene una particular función a realizar.
En el lenguaje hablado y escrito los pronombres sustituyen a los nombres, para evitar molestias, superfluas repeticiones. En el libro, compuesto de diversos elementos, por signos, igual que el lenguaje, ¿Qué es lo que juega el papel de los pronombres, para evitar molestias, superfluas repeticiones? Este es un problema para el nuevo arte; el viejo siquiera sospechaba de su existencia.
Un libro de 500 páginas, o de 100 páginas, o incluso uno de 25, donde todas las páginas son similares, es un libro aburrido considerado como tal libro, no importa lo emocionante que pueda ser el contenido de las palabras del texto impreso en las páginas.
Una novela de un escritor de genio o de un autor de tercera clase, es un libro en el que no pasa nada.
Aun hay, y siempre habrá, gente a la cual le gusta leer novelas. También habrá gente a la que le gusta jugar al ajedrez, chafardear, bailar el mambo, o comer fresas con nata.
Comparados con las novelas, donde no pasa nada, en los libros de poesía sucede alguna cosa alguna vez, aunque muy poco.
Una novela aunque no tenga letras mayúsculas, o con diferentes tipos de letras, o con fórmulas químicas entremezcladas aquí y allá, etc., es aun una novela, es decir, un libro aburrido pretendiendo no serlo.
Un libro de poemas contiene tantas palabras, o más, que una novela, pero emplea fundamentalmente el espacio real, físico, donde estas palabras aparecen, de una forma más intencional, más evidente, más profunda. Esto es porque para transcribir el lenguaje poético encima del papel es necesario traducir tipográficamente las convenciones propias del lenguaje poético.
La transcripción de la prosa necesita algunas cosas: puntuación, mayúsculas, diversos márgenes, etc. Todas estas convenciones son descubrimientos originales y extremadamente bonitos, pero ya no nos damos cuenta de ellos porque los utilizamos diariamente.
La transcripción de la poesía, un lenguaje más elaborado, emplea menos signos comunes. La simple necesidad de crear los signos adaptándolos a la transcripción del lenguaje poético, reclama nuestra atención para este hecho: escribir un poema en un papel una acción diferente a escribir este mismo poema en nuestra mente.
Los poemas son canciones, los poetas repiten. Pero ellos no firman. Ellos escriben. La poesía es para ser recita en voz alta. Ellos lo publican. El echo es que la poesía, como sucede normalmente, es poesía escrita e impresa, no cantada o hablada. Y con esto, la poesía no ha perdido nada. Al contrario, la poesía ha ganado alguna cosa: una realidad espacial que faltaba en la poesía tristemente cantada y hablada.
Un libro es un volumen en el espacio. Es el verdadero sustrato de la comunicación que toma el lugar entre las palabras - aquí y allá-. La poesía concreta representa una alternativa a la poesía. Los libros, vistos como secuencias autónomas espacio-tiempo, ofrecen una alternativa a todos los géneros literarios existentes.
...
El espacio existe fuera de la subjetividad. Si dos temas comunican en el espacio, entonces el espacio es un elemento de esta comunicación. El espacio modifica esta comunicación. El espacio impone sus propias leyes en esta comunicación. Las palabras impresas están aprisionadas en el tema del libro. ¿Qué es más significativo: el libro o el texto que contiene? ¿Qué es primero: el huevo o la gallina?
El viejo arte asume que las palabras impresas están situadas en un espacio ideal. El nuevo arte sabe que los libros existen como objetos en una realidad exterior, sujeta a condiciones concretas de percepción, existencias, intercambio, consumo, uso, etc.
La manifestación objetiva del lenguaje puede ser experimentada en un momento y espacio aislado - la página; o bien, en una secuencia de espacios y momentos - el "libro".
No hay y no habrá nunca nueva literatura. Habrá, posiblemente, nuevas maneras de comunicar que incluirán el lenguaje o emplearán el lenguaje como base. Como medio de comunicación, la literatura será siempre literatura vieja.
EL LENGUAJE
El lenguaje trasmite ideas, es decir, imágenes mentales. El punto inicial de la transmisión de imágenes mentales es siempre una intención: hablamos para transmitir una imagen particular. El lenguaje cotidiano y el lenguaje del arte viejo tiene esto en común: ambos son intencionales, ambos intentan transmitir ciertas imágenes mentales.
En el arte viejo los significados de las palabras son los portadores de las intenciones del autor. Como el significado fundamental de las palabras es indefinible, la intención del autor es insondable.
Cada intención presupone, una utilidad. El lenguaje cotidiano es intencional, es decir, utilitario; su función es trasmitir ideas y sentimientos, explicar, declarar, convencer, invocar, acusar, etc. El lenguaje del viejo arte es también intencional, es decir, utilitario. Ambos lenguajes difieren tan solo uno del otro en su forma.
El lenguaje del nuevo arte es radicalmente diferente del lenguaje cotidiano. Olvida intenciones y utilidad, y retorna a él mismo, se auto-investiga, buscando formas, series de formas que hagan nacer, asocien, revelen, las secuencias espacio-tiempo.
Las palabras en un nuevo libro son las portadoras de un mensaje, ni las portavoces del alma, ni la moneda de la comunicación. Aquellas fueron ya nombradas por Hamlet, una ávido lector de libros: palabras, palabras, palabras.
Las palabras del nuevo libro están allí no para trasmitir ciertas imágenes mentales con cierta intencionalidad. Están allí para formar, junto a otros signos, una secuencia espacio-tiempo que nosotros identificamos con el nombre de "libro".
Las palabras en un nuevo libro pueden ser las propias palabras del autor o las palabras del algún otro. Un escritor del nuevo arte escribe muy poco o no escribe nada.
El libro más hermoso y el más perfecto del mundo en un libro con solo páginas en blanco, de la misma manera que el lenguaje más completo es aquel que se extiende más allá de las palabras que un hombre puede pronunciar.
Cada libro del nuevo arte busca este libro de absoluta blanqueza, de la misma manera que cada poema busca el silencio.
La intención es la madre de la retórica.
Las palabras no pueden evitar significar alguna cosa, pero ellas pueden ser desposeídas de intencionalidad.
Un lenguaje no-intencional es un lenguaje abstracto: no hace referencia a ninguna realidad concreta. Paradoja: para poder manifestarse así mismo de manera concreta, el lenguaje ha de convertirse primero en abstracto.
El lenguaje abstracto significa que las palabras no están ligadas a ninguna intención particular; que la palabra "rosa" no es la rosa que yo veo ni la rosa que un personaje más o menos ficticio pretende ver. En el lenguaje abstracto del nuevo arte la palabra "rosa" es la palabra "rosa". Significa todas las rosas y no significa ninguna de ellas.
¿Como triunfar haciendo una rosa que nos es mi rosa, ni su rosa, sino la rosa de todos, es decir, la rosa de nadie? Colocándola en una estructura secuencial (por ejemplo un libro), y así en ese momento dejará de ser una rosa y se convertirá esencialmente en un elemento de la estructura.
ESTRUCTURAS
Cada palabra existe como elemento de una estructura - una frase, una novela, un telegrama. O: cada palabra es parte de un texto.
Nadie ni nada existe aisladamente: todo es un elemento de una estructura. Cada estructura es a la vez un elemento de una otra estructura. Todo aquello que existe es una estructura.
Comprender alguna cosa, es comprender la estructura de la cual es una parte y/o los elementos que forman la estructura aquella que es alguna cosa. Un libro consiste en diversos elementos, uno de los cuales puede ser un texto. Un texto que es parte de un libro no es necesariamente la parte más esencial o importante de este libro.
Una persona puede ir a la librería para comprar diez libros rojos porque el color armoniza con los otros colores de su sala de estar, o por cualquier otra razón, revelando así el hecho refutable, de que los libros tienen un color.
En un libro del viejo arte las palabras trasmiten la intención del autor. Por este motivo él las busca acuradamente. En un libro del nuevo arte las palabras no trasmiten ninguna intención; son empleadas para formar un texto el cual es un elemento del libro, y es este libro, como totalidad, que trasmite la intención del autor.
El plagio es el punto inicial de la actividad creadora el nuevo arte.
Siempre que el nuevo arte emplea una palabra aislada, entonces es de un aislamiento absoluto; libros con una única palabra.
Los autores del viejo arte tienen el don por el lenguaje, el talento por el lenguaje, la facilidad por el lenguaje.
Para los autores del nuevo arte el lenguaje es un enigma, un problema; el libro alude a las maneras de solventarlo.
En el viejo arte escribes "Te amo", pensando que esta frase significa "Te amo". (Pero: ¿Qué significa "Te amo"?)
En el nuevo arte escribes "Te amo" teniendo la certeza de que no saben cual es el significado. Escribes esta frase como parte de un texto donde escribir "Te odio" sería la misma cosa. Lo importante es, que esta frase, "Te amo" o "Te odio", realiza una cierta función como texto dentro de la estructura del libro.
En el nuevo arte no amas a nadie. El viejo arte reclama el amor. En el arte no puedes amar a nadie. Solo en la vida real amas a alguien.
No es que al nuevo arte le falten pasiones. Toso eso es sangre fluyendo de una herida que el lenguaje ha infringido en los hombres. Y es también la alegría de poder expresar alguna cosa con cualquier cosa, con casi nada.
El viejo arte busca, entre las formas y los géneros literarios, aquello que mejor funciona para la intención del autor. El nuevo arte utiliza cualquier manifestación del lenguaje, a pesar que el autor no tiene ninguna otra intención que probar la habilidad del lenguaje para significar alguna cosa.
El texto de un libro en el nuevo arte puede ser tanto una novela como una única palabra, sonetos como chistes, cartas de amor como un comunicado meteorológico.
En el viejo arte, como la intención del autor es fundamentalmente insondable y el sentido de sus palabras indefinible, la comprensión del lector es incalculable. En el nuevo arte la lectura misma prueba que el lector la entiende.
LA LECTURA
Para leer el viejo arte, es suficiente conocer el alfabeto. Para leer el nuevo arte se ha de entender el libro como una estructura, identificando sus elementos y entendiendo su función.
Se puede leer el viejo arte creyendo que se entiende y estar equivocado. Tal error es imposible en el nuevo arte. Puedes leer solo si lo comprendes.
En el viejo arte todos los libros son leídos de la misma manera. En el nuevo arte cada libro requiere una lectura diferente.
En el viejo arte, leer la última página toma mucho tiempo, tanto como leer la primera. En el nuevo arte el ritmo de lectura cambia, se acelera, de coge.
Para comprender y apreciar un libro del viejo arte, es necesario leerlo a fondo. En el nuevo arte a menudo No necesitas leer el libro completo. La lectura puede pararse en el momento en que hayas comprendido la estructura total del libro.
El nuevo arte hace posible leer más rápidamente de lo que lo hacen los métodos de lectura rápida.
Hay métodos de lectura rápida porque los métodos de escritura son demasiado lentos.
El viejo arte no hace ningún caso de la lectura. El nuevo arte crea condiciones específicas de lectura.
El punto más lejano al cual ha llegado el viejo arte, es pedir cuentas a los lectores, lo cual es ir demasiado lejos.
El nuevo arte no hace discriminaciones entre sus lectores; no se dirige a los adictos del libro o intenta captar al publico de la T.V.
Para poder leer el nuevo arte, y comprenderlo, no necesitas pasar cinco años en una Facultad de Filología.
Para ser apreciados, los libros del nuevo arte no necesitan una complicidad sentimental y/o intelectual de los lectores en materia de amor, política, psicología, geografía, etc.
El nuevo arte apela a la habilidad que cada hombre posee par comprender y crear signos y sistemas de signos
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