martes, octubre 19, 2004

Fahrenheit 451 ( La noche de los cristales )

Experto cree que la desidia es una forma contemporánea de la destrucción de libros :

Por Alberto Cabezas México, 3 oct (EFE).- Las viejas formas de destruir libros en Latinoamérica, como la desaparición de los códices prehispánicos y las quemas de libros por la Inquisición y las guerras, han sido sustituidas hoy por la desidia de los Gobiernos por la cultura y las bibliotecas, según un experto en la materia.

"Lo veo en toda América Latina: en este momento creo que (la región) no está protegiendo su patrimonio bibliográfico", dijo a EFE el escritor y ensayista venezolano Fernando Báez, considerado una autoridad mundial en el estudio de la historia de las bibliotecas.

"Hoy en día es preocupante algo que a las democracias parece que les ha permitido sustituir la censura, que es la desidia, los bajos presupuestos, por ejemplo, que están acabando con bibliotecas enteras porque no se puede restaurar los manuscritos incunables y los textos fundamentales de la historia de América Latina", explicó.

De visita a México para presentar su última obra, "Historia universal de la destrucción de los libros" (2004, Random House Mondadori), recordó lo mucho que influyó en la obra, que tardó doce años en elaborar, su propia trayectoria.

Una riada se llevó los libros de su niñez, los que soñó y leyó en la biblioteca municipal de San Félix de Guayán, en Venezuela, junto al río Orinoco, y desde entonces profesa un culto a los libros que le lanzó a investigar por qué hay personas que acaban con ellos.

Báez nunca destruyó un libro, "ni siquiera porque sea muy malo o no me guste. Siempre creo que regalarlo es una buena opción a una persona que pueda aprovecharlo"
"Ni siquiera 'Mein Kampf' (Mi lucha), de (Adolf) Hitler, porque es reivindicar las tesis de los hombres que escribieron ese libro, que sí quemaron libros (...) Lo que subyace en el tema de la destrucción de libros es el de la intolerancia ante todo", indicó.

En su obra recuerda los grandes hitos de la historia de la destrucción de los libros latinoamericanos.

El caso más emblemático fue "la quema de códices de los mexicanos" por parte de los conquistadores españoles, así como por quienes gobernaron la Nueva España: "En eso ya subyace uno de los eventos más pavorosos de Latinoamérica".

Mencionó al obispo fray Juan de Zumárraga y a Diego de Landa, "que destruyeron aquellos códices maravillosos para tratar de imponer una religión y transculturizar a todo un pueblo"
Para Báez resulta paradójico que el mismo Zumárraga, "que fue el introductor de la primera biblioteca y de la imprenta, haya sido el primer quemador de libros como tal" en América Latina.
Las guerras independentistas fueron otro de los momentos de "devastación" e "incertidumbre, y que conllevó la desaparición de numerosas bibliotecas provinciales, o generales", agregó

Otra etapa se vivió con las quemas de la Inquisición, ocurridas en Perú, México y la actual Colombia, y que no se limitaron a la total destrucción sino que "llevó a cabo pesquisas, censuras, de los libros que contradecían la fe católica, que fueron quemados"

En el siglo XX, señaló, destaca por "la cantidad de episodios que suceden con las dictaduras latinoamericanas". "Los regímenes fascistas fueron los que estuvieron dedicados, de manera más sistemática, a la destrucción de libros"

Entre otros sufrieron las quemas prominentes escritores como el brasileño Jorge Amado o el peruano Mario Vargas Llosa, cuya obra, "La ciudad y los perros" (1962), fue destruida en la Academia Militar Leoncio Prado, en Lima.

Tampoco se libraron de los saqueos ni de las llamas el poeta chileno Pablo Neruda o el mexicano Octavio Paz, cuya biblioteca privada ardió el 21 de diciembre de 1996 con varias primeras ediciones muy valiosas.

Báez mencionó también Argentina, donde "la dictadura militar causó un verdadero desastre en materia de libros" con la destrucción de los libros publicados por el Centro Editor de América Latina, fundado por José Boris Spivacow. Numerosas editoriales fueron quemadas, censuradas, clausuradas o destruidas, entre ellas Galerna, Quimantú, Prensa Latinoamericana o Siglo XXI.